ACEITE DE COCO: SUS PROPIEDADES Y EFECTOS

Autor: Prof. Diego Alexander Bonilla Ocampo

El aceite de coco se produce al someter a presión la pulpa o carne blanca de esta fruta, la cual contiene más de 60% de aceite. A pesar de su nombre, el aceite de coco es una grasa que es sólida a temperatura ambiente, lo cual se debe a que contiene 92% de ácidos grasos saturados. Aunque históricamente existe la creencia que todas las grasas saturadas son grasas malas, a nivel bioquímico existen grandes diferencias entre los tipos de estos ácidos grasos que incluso pueden llegar a tener propiedades diferentes sobre la salud.

¿La química de ACEITE DE COCO?

Al nivel más básico y sencillo, las grasas están constituidas de ácidos grasos, los cuales son cadenas de átomos de carbono enlazados por enlaces sencillos o dobles y con un cierto número de átomos de hidrógeno. Las grasas saturadas no contienen dobles enlaces (insaturaciones), por lo que su geometría les permite reunirse de forma compacta y constituir así un estado sólido. Ahora bien, los ácidos grasos pueden tener diferente longitud, desde cadenas de 4 átomos de carbono hasta 22 átomos de carbono. La mayoría de los aceites están constituidos por triglicéridos de cadena larga los cuales presentan más de 12 carbonos, pero también se han caracterizado triglicéridos de cadena media (MCT) de 6-12 carbonos, tales como los que se pueden encontrar en el aceite de coco. Hoy en día se conocen algunas diferencias en el metabolismo de los triglicéridos en base a su longitud, aunque se requiere más investigación para establecer algunos de sus efectos (Mumme & Stonehouse, 2015).

No obstante, lo que sí está claro es la mayor temperatura de descomposición o punto de humeo (entre ≈170°C sin refinar hasta ≈232°C en aceite refinado) que puede tener el aceite de coco con respecto a otros aceites comunes como el de girasol o canola. Un aspecto fundamental a tener en cuenta al momento de realizar cocción de alimentos en medio graso e impedir así las producciones exacerbadas de acroleína, sustancia tóxica que se genera al descomponer ciertos aceites.

 

Efectos del Consumo del ACEITE DE COCO

En comparación con los ácidos grasos de cadena larga, los MCT constituyen un componente menor en la dieta del hombre, aunque pueden llegar a tener una importante función como nutriente y regulador metabólico. De hecho, además de su rol como fuente de energía para la generación oxidativa de ATP, los MCT regulan vías anabólicas (gluconeogénesis y lipogénesis) a través de la donación de moléculas precursoras que contienen carbono y la activación de ciertas vías celulares; no obstante, algunos investigadores contemporáneos resaltan que es necesaria más investigación para describir completamente los mecanismos y efectos que presenta el consumo de MCT (Schönfeld & Wojtczak, 2016).

Entre los efectos documentados a día de hoy, encontramos:

  1. Incremento en la saciedad y reducción de la ingesta de energía, proporcionando una alternativa potencial para ayudar a mantener el balance energético (Coleman H, et al. 2016). Adicionalmente, se ha reportado un incremento en los niveles de Neuropéptido Y tras una mayor activación de la hormona Grelina en pacientes con anorexia nerviosa (Kawai K, et al. 2017).
  2. Reducción In Vivo de la acumulación de grasa corporal, resistencia a la insulina, respuesta inflamatoria y de la vía pro-inflamatoria NF-kB, al tiempo que se activa la vía MAPK p38 durante una dieta alta en grasa (Geng S, et al. 2016).
  3. Regulación positiva de la síntesis de proteínas neuronales, estabilidad sináptica y comportamiento, lo cual trae un consigo un efecto positivo en la prevención y reducción de los efectos de enfermedades neurodegenerativas (Wang & Mitchell, 2016) y una reducción de problemas gastrointestinales tras el tratamiento farmacéutico (Ohnuma T, et al. 2016).
  4. Mejora en la fuerza y función muscular en personas de la tercera edad al combinar su consumo con leucina y vitamina D (Abe S, et al. 2016).
  5. Modificación positiva de la microbiota intestinal (figura 1), lo cual puede mediar el catabolismo de lípidos, gasto energético y pérdida de peso en individuos obesos (Rial S, et al. 2016). Además, se han observado un incremento en la masa magra y reducción de la grasa corporal total en la misma población (Bohl M, et al. 2017).

Figura 1. Comunicación cruzada entre Intestino, Hígado y Tejidos Metabólicos Periféricos en cuatro Estados Metabólicos. Bajo condiciones de un estado saludable (A) existe una abundancia relativa de bacterias que expresan LPS (Lipopolisacárdios) y de aquellas que no, lo cual contribuye a una correcta impermeabilidad intestinal, menor inflamación del intestino e hígado y un adecuado aporte de nutrientes. En condiciones de un individuo obeso y metabólicamente no saludable (MUHO, metabolically unhealthy obese) (B) existe un aumento en la abundancia relativa de bacterias gram-negativas que expresan LPS, lo cual induce una infiltración de LPS y favorece una alteración en la integridad de la membrana, inflamación local, lesión hepática y endotoxemia. Al mismo tiempo, un aporte elevado de grasa y carbohidratos contribuye a la adiposidad, esteatosis hepática y resistencia periférica a la insulina. En sujetos obesos y metabólicamente sanos (MHO, metabolically healthy obese) (C), a pesar de una adiposidad sostenida por una dieta hipercalórica, existe una microbiota intestinal balanceada contribuiría a un mantenimiento de la salud intestinal y un correcto balance metabólico de los sistemas periféricos, con lo cual se previene la endotoxemia y existe un menor riesgo de lesión hepática y resistencia a la insulina. El modelo hipotético (D) sugiere que la suplementación dietaria con MCT en sujetos MUHO podría facilitar un cambio hacia un perfil similar a los individuos obesos saludables, en parte debido a una mejora en el catabolismo lipídico y una menor adiposidad, pero también a través de un remodelamiento de la microbiota intestinal hacia especies benéficas metabólicamente hablando. Abreviaturas: SCFA; ácidos grasos de cadena corta. FA-U; Captación de ácidos grasos. AT; tejido adiposo. DNL; lipogenesis de novo. SM; músculo esquelético. IR; Resistencia a la insulina. β-ox; beta-oxidación. MCT; triglicéridos de cadena media. MCFA; ácidos grasos de cadena media. VLDL; lipoproteínas de muy baja densidad. Tomado de: Rial S, et al. 2016.

 

ACEITE DE COCO y Colesterol

Una dieta alta en grasas saturadas puede llegar a tener efectos negativos sobre la salud; no obstante, nuestro cuerpo requiere de la ingesta de una cierta cantidad de ácidos grasos saturados que, según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no deberían exceder el 10% del requerimiento calórico diario en un sujeto saludable (Vanice & Rasmussen, 2014).

Ahora bien, el aceite de coco contiene principalmente ácido láurico (>40%) y ácido mirístico (±15%), cuyo consumo ha mostrado incrementar las lipoproteínas de baja (LDL) y alta intensidad HDL simultáneamente, lo cual hace del aceite de coco una grasa saturada “menos mala” que otras fuentes utilizadas en cocina. Se debe aclarar que el aceite de coco no representa una solución mágica para los problemas cardiovasculares, ya que se debe optar por un correcto estilo de vida, realización de actividad física y buenos hábitos alimenticios.

Como se mencionó anteriormente, uno de los puntos a favor del aceite de coco es su mayor temperatura de descomposición sobre otros aceites comunes como girasol, canola, lino, entre otros. Esto permite cocinar a mayores temperaturas con una menor probabilidad de que se produzcan acroleína y formación de grasas trans por el calentamiento. Además, debemos resaltar que se recomienda cubrir las necesidades de ácidos grasos saturados (<10% del consumo energético diario) a través del consumo de fuentes naturales y evitar alimentos que contienen grasas procesadas, en donde claramente el aceite de coco representa una muy buena opción (Ravnskov U, et al. 2014).

 

ACEITE DE COCO y Pérdida de Grasa

El aceite de coco presenta una peculiaridad que lo destaca frente a otras fuentes naturales y es su alta concentración de MCT, los cuales son utilizados por nuestro cuerpo como una fuente inmediata de energía debido a que tienen una baja capacidad de almacenamiento en el tejido adiposo.

Precisamente, respecto a la reducción de peso corporal, uno de los estudios más grandes y rigurosos se realizó en la Universidad de Columbia, en el cual se evaluaron 31 mujeres y hombres con sobrepeso/obesidad a los que les fue dado un consumo calórico diario entre 1500-1800 calorías con 1% de dicha ingesta proveniente de MCT o aceite de oliva. Luego de los cuatro meses del estudio, las personas que consumieron aceite de MCT tuvieron una reducción de peso corporal ±4 veces mayor que aquellos que incluyeron aceite de oliva (St-Onge & Bosarge, 2008). Al parecer la inclusión de MCT en la dieta puede llegar a ser una buena opción para mejorar la composición corporal de hombres y mujeres (Assunção ML, et al. 2009). Igualmente, otras investigaciones más recientes han mostrado efectos positivos que promueven un cambio en la composición corporal al reducir la cantidad de grasa corporal y aumentar la cantidad de masa magra (Rial S, et al. 2016; Bohl M, et al. 2017). A pesar de lo anterior, hace falta más investigación al respecto y se requiere de moderación a la hora de consumir el aceite de coco, ya que 121 calorías por una cucharada es una buena cantidad de energía que debe ser usada con una buena planificación y periodización nutricional.

 

Tomado de: Rial S, et al. (2016). Nutrients 8 (5): 281.

 

ACEITE DE COCO y Salud Cerebral

Existe alguna evidencia que postula el consumo de aceite de coco para la prevención, e incluso curar, la enfermedad de Alzheimer (Fernando W, 2015). La base de estas alegaciones se centra en el desbalance para oxidar la glucosa y producir así energía en el cerebro durante ciertas enfermedades neurodegenerativas, aunque es bien conocida la habilidad de metabolismo cerebral para utilizar otras fuentes de energía como son los cuerpos cetónicos. Cuando se metabolizan los MCT, presentes en el aceite de coco, se generan cuerpos cetónicos que pueden proporcionar una fuente de energía y mejorar el metabolismo energético del cerebro (Wang & Mitchell, 2016), pero nuevamente nos encontramos ante un gran vacío conceptual que solamente puede llenarse con investigación.

 

Por Diego A. Bonilla Ocampo
MTX NUTRITION Science Product Manager
MTX COLLEGE Director

REFERENCIAS

– Schönfeld P., Wojtczak L. (2016). Short- and medium-chain fatty acids in energy metabolism: the cellular perspective. J. Lipid Res. 57, 943–954.

– Coleman H, Quinn P, Clegg ME. (2016). Medium-chain triglycerides and conjugated linoleic acids in beverage form increase satiety and reduce food intake in humans. Nutr Res 36 (6), 526-533.

– Kawai K, et al. (2017). Ghrelin activation and neuropeptide Y elevation in response to medium chain triglyceride administration in anorexia nervosa patients. Clinical Nutrition ESPEN 17; 100-104.

– Geng S, et al. (2016). Medium-chain triglyceride ameliorates insulin resistance and inflammation in high fat diet-induced obese mice. Eur J Nutr. 55 (3): 931-40.

– Wang D, Mitchell ES. (2016). Cognition and Synaptic-Plasticity Related Changes in Aged Rats Supplemented with 8- and 10-Carbon Medium Chain Triglycerides. PLoS One. 12;11(8): e0160159.

– Ohnuma T, et al. (2016). Benefits of use, and tolerance of, medium-chain triglyceride medical food in the management of Japanese patients with Alzheimer’s disease: a prospective, open-label pilot study. Clinical Interventions in Aging, 11: 29-36.

– Abe S, Ezaki O, Suzuki M. (2016). Medium-Chain Triglycerides in Combination with Leucine and Vitamin D Increase Muscle Strength and Function in Frail Elderly Adults in a Randomized Controlled Trial. J Nutr. 146(5): 1017-1026.

– Rial SA, Karelis AD, Bergeron K-F, Mounier C. (2016). Gut Microbiota and Metabolic Health: The Potential Beneficial Effects of a Medium Chain Triglyceride Diet in Obese Individuals. Nutrients 8 (5): 281.

– M Bohl, A Bjørnshave, M K Larsen, S Gregersen, K Hermansen. (2017). The effects of proteins and medium-chain fatty acids from milk on body composition, insulin sensitivity and blood pressure in abdominally obese adults. European Journal of Clinical Nutrition 71, 76-82.

– Fernando W, et al. (2015). The role of dietary coconut for the prevention and treatment of Alzheimer’s disease: potential mechanisms of action. British Journal of Nutrition, 114: 1–14.

– Assunção ML, Ferreira HS, dos Santos AF, Cabral CR Jr, Florêncio TM. (2009). Effects of dietary coconut oil on the biochemical and anthropometric profiles of women presenting abdominal obesity. Lipids, 44(7): 593-601.

– Mumme K, Stonehouse W. (2015). Effects of medium-chain triglycerides on weight loss and body composition: a meta-analysis of randomized controlled trials. J Acad Nutr Diet. 115 (2): 249-263.

 


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